ISMAEL TRAGACETE FERNÁNDEZ, seis veces campeón de España de caza y una del mundo

La Real Federación Española de Caza le acaba de conceder la Medalla de Oro al Mérito Deportivo.

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Texto y fotos: Eduardo García Carmona ; José Gutiérrez y Leo de la Fuente
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Tragacete es un manchego singular. No vamos a descubrir sus virtudes de cazador, eso es público, por algo ha sido Campeón de España en seis ocasiones.
Su faceta humana aún es mayor.
Tiene el rostro curtido en mil batallas. Frente arrugada y nariz prominente, sin ser exagerada. Es la cara singular de una gran persona, con mirada fija y tenue, pero sincera. Es una mirada peculiar. Sin quererlo, desde la soledad, el silencio, analiza lo que tiene frente a sí. No articula palabra, pero analiza, estudia.
Si es frente a un semejante, pronto se dará cuenta de quien eres, de donde vienes o que pretendes. Es el don natural de un hombre de campo, sencillo y admirable. Se dejará engatusar por tú palabrería para, después de la fachada, analizarte como un buen psicólogo que es.
Si Ismael está frente a la naturaleza, tampoco se le escapa detalle. Mira y remira. Otea el horizonte una y otra vez. Mirará al cielo. Se parará en los árboles, arbustos o en las hierbas próximas. En el matorral verá a una torcaz, a los gorriones o las alondras, en el campo abierto. Más allá, se fijará en como apeonan sus perdices. Si Tragacete es cazador es por la perdiz, a la que mima con ternura, observa día a día, anidando en su mente junto a ellas.
Ismael, en la pesca, es alegre, sonriente, admirador de los ríos y de la naturaleza. Pregunta mucho y su pasión, como en todo, es aprender y aprender. Ahora está asimilando pero ya tiene mucho dentro y lo demuestra con la caña.
Parece que su afición a la pesca fuera nueva, pero no es así, se inició en ella desde muy niño en el río Riansares, que es el que pasa por Cabezamesada (Toledo). Como todos los niños, acudía al río con un varal y una cuerda de bramante de la que pendía un alfiler. Por medio un corcho de botella y cerca del anzuelo un poco de plomo. Así es como se ganaban los niños de la posguerra un sobrealimento y, además, disfrutaban de la naturaleza.
Así es como se aprende a amar a la naturaleza, sabiendo lo que nos puede aportar y respetándola.
Ismael Tragacete es un “señor” no sólo en el río, lo es en la vida cotidiana y no lo iba a ser menos con la naturaleza que le rodea.
Además, este manchego es un gran cocinero. Cuando se mete en fogones, en su chimenea, prepara las más deliciosas viandas dándoles un toque especial: el del cariño por lo bien hecho. Si además la leña es de encina o roble o simplemente de palera o viñedo, lo que esté preparando será más exquisito.